El sueño de los hombrecillos voladores

09 agosto 2007

Aferrados a una ligera estructura de madera, los pilotos de los primeros dirigibles subían a los cielos dispuestos a jugarse el tipo por el mero placer de volar. Sin ningún tipo de protección, aquellos primeros hombres recorrieron el mundo para demostrar que no había límites a la imaginación humana. En los primeros años del siglo XX, fueron muchos los que vieron pasar sobre sus ciudades a aquellos misteriosos hombrecillos voladores. Ésta es su historia. (Seguir leyendo) (English)

Aunque ya se habían construido algunos modelos a pedales y con motores de vapor, los primeros globos motorizados se construyeron hacia el año 1900. En EEUU, Thomas Scott Baldwin tuvo la genial idea de añadir el motor de una motocicleta a un gran balón de hidrógeno y construyó un ingenioso aparato bautizado como "California Arrow". En pocas semanas la aeronave se convirtió en un auténtico fenómeno y Baldwin se lanzó a recorrer el país realizando espectaculares exhibiciones. De todas partes, la gente quería ver aquellos artilugios voladores y a sus arriegados pilotos.

Dado el rudimentario sistema de sujección de aquellas aeronaves, los pilotos se jugaban realmente la vida en cada espectáculo. En lugar de góndola, una estructura de madera servía de soporte para el motor y el piloto. En muchas fotografías vemos al piloto subido a horcajadas sobre la estructura, tirando de los cables que debían mover el timón de cola.

Durante algunos años, Baldwin se dedicó a recorrer el mundo con sus pilotos acrobáticos; desde Los Angeles hasta Tokyo, pasando por Europa, aquellos hombrecillos voladores se pasearon por los cielos de casi todas las grandes ciudades, demostrando aquel prodigio que permitía a los hombres volar a su antojo.


Sin embargo, un hecho marcaría el fin de aquella era de esplendor. En 1906, los Hermanos Wright y Alberto Santos Dumont habían mostrado al mundo aquel nuevo artilugio denominado aeroplano, un aparato versátil y capaz de amenazar la supremacía de los dirigibles.

En 1910 se celebró en el Dominguez field, cerca de Los Angeles, el primer gran espectáculo aéreo de EEUU, un evento colosal en el que participaron varios aeroplanos y dirigibles. El plato fuerte de la jornada consistió en ver el enfrentamiento entre ambos tipos de aeronaves, pero la rapidez y espectacularidad de los aeroplanos se ganaron el favor del público.

En aquella misma jornada, el mejor piloto al servicio de Baldwin, el intrépido Lincoln Beachey, decidió dejar los dirigibles y hacerse piloto de aeroplano. El breve pero intenso sueño de los hombrecillos voladores había terminado.

Imágenes cortesía de www.earlyaviator.com

Si lo meneas, me das una alegría :-)