Sobre dioses y máquinas

10 marzo 2005


Me entero por El País de que las grandes empresas discográficas han comenzado a utilizar un programa informático llamado HSS (Hit Song Science) que evalúa las posibilidades que tiene una canción para convertirse en éxito. El sistema, basado en una serie de complicados algoritmos, compara la canción elegida con una base de datos integrada por millón y medio de canciones exitosas de todos los tiempos. De momento ha predicho algunos sonoros éxitos, como el de la cantante Norah Jones o el grupo Maroon 5.

Los expertos explican que hay puntos de equilibrio en la música. "Cuando las distintas variables que la componen encuentran una relación correcta, el cerebro, por razones genéticas o culturales, reconoce estos puntos" y siente placer. Eso es lo que detecta la máquina.

¿Hay una variable matemática detrás del arte? Es más: ¿Hay una constante matemática que explica nuestra propia existencia?

Desde hace años, eminentes científicos de todo el mundo investigan la evolución de las especies y el origen de la vida a través de complejos programas informáticos basados en lo que llaman "algoritmos evolutivos". Se trata de programas matemáticos que imitan la evolución biológica, reproduciendo cambios y mutaciones y seleccionando aquellos que tienen éxito. Científicos que juegan a ser Dios, gracias a la computación.

Desde Isaac Newton, la ciencia proclama un claro mensaje: el mundo sigue reglas, reglas matemáticas que los humanos pueden comprender. Pero: ¿Somos nosotros mismos parte de ese gran entramado matemático?

Expertos como Steven Pinker sostienen que "es posible entender el pensamiento como una especie de computación". La neurociencia está demostrando que todos los aspectos de la vida mental -emociones, pensamientos, recuerdos- pueden ligarse a la actividad fisiológica del cerebro. Por eso la inteligencia - dice Pinker - antes tomada como milagrosa e inmaterial, puede ahora concebirse como una clase de proceso computacional.

El físico Stephen Wolfram causó enorme revuelo al afirmar que todos los procesos producidos por el humano o por la naturaleza son reducibles a simples algoritmos. No es que dijera que hay una fórmula única para todo el universo, pero casi.

Hace años, Hans Magnus Enzensberger diseñó un programa informático que podía producir un poema cada 30 segundos. El "Poesie-Automat" funcionaba oprimiendo una tecla, que daba como resultado un bonito poema de seis versos. Sin embargo, la máquina de Enzensberger tenía un fallo: resultó que todos los versos tenían algo de enzensbergeriano. ¿Eso quiere decir que la computadora asimiló su estilo? - le preguntaron entonces. "No", respondió Enzensberger. "Desde luego no es tan buena como yo".

(Imagen: www.ewillmott.com)