El león de los cielos

18 julio 2006

Durante muchos años solo algunas tribus africanas creyeron en la existencia del gran león blanco. Los nativos hablaban de una figura fantasmagórica, leones blancos bajados de las estrellas, con poderes sobrenaturales más propios de los dioses. En 1938 el misteriosos animal se mostró por primera vez ante ojos europeos. Un ejemplar se cruzó en plena noche frente al camión de la familia Little, como una aparición. No en vano, aquel paraje perdido de Sudáfrica era conocido por los nativos como Timbavati, “el lugar donde los ángeles bajan del cielo”.

El de la foto superior es Siam, uno de los últimos leones blancos que quedan sobre la tierra. Acaba de llegar al zoo de Buenos Aires, donde permanecerá durante los meses de invierno. Pesa 200 kilos y tiene seis años. Su color, como el de todos los leones blancos, no se debe a un caso de albinismo, sino que es producido por un gen recesivo, como el que poseen los conocidos tigres blancos.

Hasta 1970 no quedó acreditada la existencia de leones blancos. El parque de Timbavati, en Sudáfrica, se destapó como el auténtico santuario de estos animales, pero el descubrimiento llegaba demasiado tarde. El peligro de supervivencia estaba en su propia naturaleza, el gen recesivo debía estar presente en ambos progenitores para que naciera un nuevo león blanco, por lo que las posibilidades de perpetuar esa característica se reducían a un 25 por ciento.

En 1975, temiendo por su supervivencia, Chris McBride, el autor de las fotos que habían dado a conocer a estos leones, organizó una expedición para capturar a tres ejemplares que fueron enviados al zoo de Pretoria. Desde entonces hasta hoy no ha sobrevivido ningún león blanco en libertad.

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