En la localidad tailandesa de Chonburi, unos 70 kilómetros al este de Bangkok, puede que muchos no sepan quién es Michael Schumacher, pero disfrutan desde hace años de una de las carreras más espectaculares del planeta.
Las carreras de búfalos de Chonburi se celebran una vez al año, con el inicio de la cosecha de arroz y en la decimocuarta luna llena del undécimo mes. El evento atrae a agricultores de todo el país, que acuden con sus búfalos desde las regiones más remotas, a través los campos encharcados.
Chonburi ha sido tradicionalmente el centro de una gran feria del ganado, donde se celebra la fiesta anual de las cosechas. Se dice que a finales del siglo XIX un campesino llamado Chai presumió ante los otros comerciantes de que su búfalo era mucho mejor que el de su vecino Kittipong. Ambos se desafiaron a echar una carrera y el resultado fue tan emocionante que al año siguiente todos quisieron repetir.
En aquellos primeros tiempos los búfalos que corrían eran los mismos que trabajaban la tierra durante el resto del año. Los de ahora son búfalos de competición, señoritos que no tienen que aguantar las duras tareas del campo. Los campesinos tailandeses han pasado a utilizar maquinaria agrícola, pero son muchos los que conservan a estos preciados animales. El más rápido puede costar hasta 80.000 baht, unos 1.700 euros al cambio actual.
Los búfalos recorren 130 metros a una velocidad desorbitada. Los jinetes acaban muchas veces por el suelo o entre las patas de los búfalos. Pero el premio merece la pena: 300 euros y una bomba de riego para sus cosechas.
Las carreras de búfalos de Chonburi se celebran una vez al año, con el inicio de la cosecha de arroz y en la decimocuarta luna llena del undécimo mes. El evento atrae a agricultores de todo el país, que acuden con sus búfalos desde las regiones más remotas, a través los campos encharcados.
Chonburi ha sido tradicionalmente el centro de una gran feria del ganado, donde se celebra la fiesta anual de las cosechas. Se dice que a finales del siglo XIX un campesino llamado Chai presumió ante los otros comerciantes de que su búfalo era mucho mejor que el de su vecino Kittipong. Ambos se desafiaron a echar una carrera y el resultado fue tan emocionante que al año siguiente todos quisieron repetir.
En aquellos primeros tiempos los búfalos que corrían eran los mismos que trabajaban la tierra durante el resto del año. Los de ahora son búfalos de competición, señoritos que no tienen que aguantar las duras tareas del campo. Los campesinos tailandeses han pasado a utilizar maquinaria agrícola, pero son muchos los que conservan a estos preciados animales. El más rápido puede costar hasta 80.000 baht, unos 1.700 euros al cambio actual.
Los búfalos recorren 130 metros a una velocidad desorbitada. Los jinetes acaban muchas veces por el suelo o entre las patas de los búfalos. Pero el premio merece la pena: 300 euros y una bomba de riego para sus cosechas.
Más: 1, 2, 3 y 4. Ver otras cabalgaduras insólitas