La intimidad del monstruo

17 octubre 2007

Ya sabemos que adoraba a los niños. En las imágenes aparece retratado junto a ellos, afable, cariñoso, divertido. En ocasiones les toca la cara o les sonríe. Sus favoritas eran las niñas de Goebbels, que le siguieron hasta el búnker en su triste final. Parecía tener debilidad por las niñas rubias, con las que aparece en multitud de fotografías. Hay abuelos que les presentan a sus nietos, madres que le acercan a sus bebés, alegres muchachos vestidos de tiroleses. (Seguir leyendo)

Por los testimonios sabemos también que era vegetariano, que se mostraba extremadamente cariñoso con su perro Blondi y que no permitía fumar en su presencia. El hijo de Thomas Mann descubrió en cierta ocasión su pasión por las tartitas de fresa.

Sabemos incluso que le gustaba Mickey Mouse. Un sofisticado software de lectura de labios ha permitido descifrar algunos retazos de conversación en el retiro alpino de Berghof. "Eres un niño valiente – le dice a uno de los chicos en las filmaciones - Un día serás un buen soldado".

En las imágenes del “Nido del Águila” le vemos caminando entre los amigos, relajado, siempre atento a los chiquillos. En una de las secuencias uno de los críos le coge de la mano y le conduce hacia el interior de la casa. Él le sigue sumiso, deseoso de ver qué es lo que el pequeño quiere mostrarle.

Dentro de esa misma casa se ha tomado la decisión de exterminar a millones de seres humanos, de ejecutar a centenares de miles de niños huérfanos solo por no ser lo suficientemente rubitos. Y todas las decisiones las ha tomado ese hombre que ahora charla, bromea y se divierte con los críos. Ése que se deshace en caricias con el perro, ése al que los chicos llaman “tío Adolf”.


* Si tenéis tiempo, os recomiendo vivamente que veáis el documental "El mundo privado de Hitler", especialmente desde el minuto 30 al 40 (aprox.), en los que se subtitulan sus palabras en la intimidad (En inglés). Imprescindible.



Ver también: La vida privada de los verdugos

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