La verdad sobre dioses y monstruos

20 febrero 2004

Siempre me he preguntado qué pensaría el primer hombre ante los restos de un dinosaurio. De hecho, hasta el siglo XIX no fueron clasificados como tales "dinosaurios" ¿Qué eran hasta entonces? ¿Qué pensaba un hombre del medievo ante los gigantescos restos de un triceratops?

Durante años el hombre ha entendido el mundo mediante mitos. ¿Asimilaron estos hallazgos a fabulosos monstruos? En China, cuna de los dragones, se localiza uno de los yacimientos de dinosaurios más ricos del mundo, el extenso Desierto de Gobi. Curiosamente el dragón oriental destaca por su aspecto serpentiforme, y algunos científicos atribuyen su origen a la observación de las columnas vertebrales de los dinosaurios.

Otro ejemplo es el de los grifos, seres mitológicos con cuerpo de león y cabeza de águila. La simple visión de un Protoceratops o un Psittacosaurus, basta para ponernos sobre la pista de cómo llegó hasta la mente del hombre esta colección de dioses y monstruos.

Entre cíclopes

Othenio Abel, paleontólogo de la Universidad de Viena, propuso en 1914 la teoría de que la leyenda de los cíclopes se originó de la observación y mala interpretación de restos fósiles de cráneos de mamuts enanos.

Una particularidad del cráneo de un mamut es la gran abertura en la parte frontal de éste, por donde se proyectan los músculos de la trompa. Los fósiles del mamut enano debieron haber sido descubiertos accidentalmente por los griegos en las islas del Mediterráneo.

Como no conocían a los elefantes, al contemplar el cráneo sin colmillos de un mamut enano seguramente pensaron en un extraño ser de un único ojo, probablemente de aspecto humanoide y más grande que lo normal. De esta manera se habría originado el rumor de una raza de gigantes de un ojo que habitaban grutas en una isla del Mediterráneo, tal y como lo manifiesta Homero