
Después de hacerse con una buena reserva para sí mismo, Numeiri ordenó que se arrojaran miles de botellas de cerveza, whisky y licor al río Nilo. Y allí quedaron.
Aún hoy, los chavales se dedican a arrojarse al agua y extraer algunas de las botellas que la corriente va desenterrando. Después, las venden por la ribera, al precio de media libra sudanesa, al grito de "Cerveza del Numeiri", "Whisky del Numeiri"... Y es de suponer que la bebida tiene ahora más solera, y está mucho más fresquita