Cuando la gente se moría

18 octubre 2004

La Muerte es un ultraje y como tal debe desaparecer. Se lo escucho a un eminente científico del Instituto Tecnológico de Massachussets, en el documental emitido el domingo por La 2 sobre la Criogenización. Por lo visto, y según un grupo de científicos que trabaja en ello desde hace años, la desaparición de la Muerte no es ningún disparate conceptual, sino un objetivo serio y más que probable.

El documental explica lo que sucede cuando contratas los servicios de la empresa ALCOR; lo primero que te dan esos tipos es una pulsera. Si mueres en cualquier lugar del mundo, los médicos sabrán lo que han de hacer, alguien llamará a un teléfono y en menos de 30 minutos se presentará un equipo frente a tu bonito cadáver, lo rellenarán de diversas sustancias y mantendrán artificialmente el riego sanguíneo hasta llevarte a sus instalaciones.

Una vez congelado, la cosa es sencilla; pasarás varios siglos en el interior de una cuba de acero inoxidable junto a los cadáveres de otros criogenizados. Tus compañeros muertos y tú seréis introducidos cabeza abajo en las cubas, pues en caso de que el nitrógeno líquido se saliera del tanque, éste comenzaría a vaciarse por los pies, salvaguardando el cerebro. Cerca de ti, en piletas más pequeñas, otros habrán escogido una opción más barata: decenas de cabezas criogenizadas, con la doble esperanza de revivir y encontrar el cuerpo decente que nunca tuvieron.

Algunos científicos consideran que la línea que separa la Vida de la Muerte, tal y como la conocemos hoy día, es movible: si hay personas que han podido ser reanimadas después de pasar cuarenta y cinco minutos muertas ¿dónde está el límite? ¿Es la muerte de las células el punto de no retorno? La nanotecnología podría permitir, en un futuro no muy lejano, revivir o clonar una a una las células dañadas de cada tejido del cuerpo. Un ejemplo asombroso: durante las operaciones de cerebro, hoy en día, basta con bajar la temperatura de éste alrededor de cuatro grados para que quede literalmente muerto. Te sacan tu propio cerebro muerto de la caja, lo arreglan y te lo devuelven dentro: basta un simple chispazo para devolverlo a la vida.

Y es aquí donde estos científicos concluyen lo que apuntan todas las evidencias: que el ser humano abrirá una puerta hasta ahora inesperada, un futuro en el que la Muerte no exista porque la hayamos barrido del mapa. ¿Se imaginan el día en que alguien proclame "Ya está, se acabó, desde hoy ya no nos morimos nadie"? La definitiva rebelión del hombre contra Dios.

Hay quien siente escalofríos al imaginarse solo, dentro de quinientos años, en una sociedad que ni comprende ni le interesa. Yo, en cambio, me estremezco al pensar en esa hipotética sociedad sin Muerte. En primer lugar, sería de esperar que la escasez de espacio y recursos obligaran a la tajante prohibición de los nacimientos. Nacer estaría mal visto, perseguido. O peor aún. Se establecería una casta de resucitados, enigmáticos tipos llegados hasta el presente desde pasados remotos, nadando en lujosas piscinas fosforescentes, con tiempo para pensar en cómo dominar a todos los demás. Serían sabios, poderosos, eternos, con capacidad para renovar sus viejos hígados por nuevas y recién clonadas vísceras. Su conocimiento del pasado les haría temibles ¿Un mundo de millonarios imperecederos y pobres esclavos reciclables? Pues tampoco sería un mundo tan distinto...