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A los muertos, si quieren decir algo, les gusta llamar ellos, porque si les llamas tú la conferencia te sale por un pico. “Como somos más, pagamos menos” – te dicen los muertos y tú te lo tienes que creer. Tampoco te interesa andar hurgando, porque a fin de cuentas llamar hacia la muerte debe de ser un poco como ser de Amena, que es pasarse todo el día tratando de comunicar.
Dice la información que el enterramiento con móvil es una especie de actualización de la costumbre de antiguas culturas, como la egipcia, y es verdad que enterrarse con el móvil suena tan antiguo como las momias faraónicas. Lo suyo, hoy en día, es que entierren con la PSP,el MP3, o con el iPod por lo menos. A mí, que ando algo escaso de tecnología, me tendrán que enterrar con la plancha Jatta que es lo más fardón que tengo alrededor.
Al menos, como madrileño, hay algo que me une al irlandés: puedo caer en cualquier momento a la zanja con mi móvil y morir comunicado al estilo Gallardón.
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Por una casa reposeída pueden haber pasado "los Otros", la niña del exorcista y hasta el portero de 'Aquí no hay quien viva". Pero a los americanos, por lo que se ve, les da igual. No sienten miedo ninguno y les importa ocho cuartos que los muertos se tengan que marchar de realquiler. Ellos alquilan la casa y allá los muertos con sus problemas en la vida. Tienen la ventaja de que allí las ‘reposeídas’ son las casas, no como aquí, que la reposeída parece la jefa del sector.