Nadie nos dará cobertura cuando hayamos muerto

14 noviembre 2005

Seguro que todos ésos que se toman la muerte a pitorreo han escrito ya sobre los irlandeses y los móviles, pero ninguno tan bien y tan seriecito como yo. Porque la comunicación con los muertos es un asunto bien importante, no una estúpida noticia para ‘matar’ el tiempo. El hecho de que cada vez sean más los irlandeses que se llevan el móvil a la tumba solo demuestra la necesidad de los muertos de comunicarse con nosotros. De hecho, son cada vez más los muertos que llaman a los vivos desde las tumbas, o los que mandan un SMS, TONO, POLITONO, con la palabra BAILA a algún programa de televisión. Hace unos meses, sin ir más lejos, una familia granadina tuvo que pedir al juez de guardia que exhumara los restos de la madre, que no paraba de hacer llamadas perdidas.

A los muertos, si quieren decir algo, les gusta llamar ellos, porque si les llamas tú la conferencia te sale por un pico. “Como somos más, pagamos menos” – te dicen los muertos y tú te lo tienes que creer. Tampoco te interesa andar hurgando, porque a fin de cuentas llamar hacia la muerte debe de ser un poco como ser de Amena, que es pasarse todo el día tratando de comunicar.

Dice la información que el enterramiento con móvil es una especie de actualización de la costumbre de antiguas culturas, como la egipcia, y es verdad que enterrarse con el móvil suena tan antiguo como las momias faraónicas. Lo suyo, hoy en día, es que entierren con la PSP,el MP3, o con el iPod por lo menos. A mí, que ando algo escaso de tecnología, me tendrán que enterrar con la plancha Jatta que es lo más fardón que tengo alrededor.

Al menos, como madrileño, hay algo que me une al irlandés: puedo caer en cualquier momento a la zanja con mi móvil y morir comunicado al estilo Gallardón.

El problema más serio de los muertos es la falta de respeto. Me lo dice mi primo Oliwan, desde Miami,en sus crónicas en plan tío Matt, aquel que mandaba postales a los Fragel. Con la crónica me manda este recorte de un diario de Florida, con un anuncio de casas REPOSEIDAS que a mí me suena al colmo de una peli de terror.

Por una casa reposeída pueden haber pasado "los Otros", la niña del exorcista y hasta el portero de 'Aquí no hay quien viva". Pero a los americanos, por lo que se ve, les da igual. No sienten miedo ninguno y les importa ocho cuartos que los muertos se tengan que marchar de realquiler. Ellos alquilan la casa y allá los muertos con sus problemas en la vida. Tienen la ventaja de que allí las ‘reposeídas’ son las casas, no como aquí, que la reposeída parece la jefa del sector.