
Más allá de la veracidad de la noticia (bastante dudosa), Perelman sostiene que el hecho no es ningún disparate desde el punto de vista de la Física. Según explica, “las balas no se mueven durante todo el tiempo con la velocidad inicial de 800-900 metros por segundo, sino que, debido a la resistencia del aire, van cada vez más despacio y al final de su trayectoria, pero antes de empezar a caer, recorren solamente 40 m por segundo. Esta era una velocidad factible para los aeroplanos de entonces. Por consiguiente, la bala y el aeroplano podían volar a una misma velocidad, en un momento dado, y, en estas condiciones, aquélla resultaría inmóvil o casi inmóvil con relación al piloto. Es decir, éste podría cogerla fácilmente con la mano, sobre todo con guante (porque las balas se calientan mucho al rozar con el aire)."
Gracias por la historia, Alberto!