Periodismo y verificación de datos

27 noviembre 2006

Hace unos días, el diario ABC se hacía eco del eterno debate sobre la fiabilidad de Wikipedia. La enciclopedia global – se quejaba el viejo diario – contiene “centenares de errores y falsedades”. Más allá de la realidad de fondo del artículo, la afirmación nos llevó a muchos a formularnos la siguiente cuestión: ¿Es más fiable la prensa de papel? ¿Hasta qué punto se verifican los datos publicados en diarios como ABC?

El trabajo de blogs tan interesantes como Malaprensa demuestra a diario la presencia de decenas de imprecisiones que nadie se molesta en comprobar. Datos erróneos, manipulaciones o noticias directamente inventadas pasan a las páginas de los rotativos sin ser sometidas al más mínimo filtro. Solo la prensa norteamericana hace un esfuerzo de fiabilidad desde hace años, gracias a la figura del “fact-checker”, o “verificador”, y aún así resulta insuficiente para impedir la aparición de decenas de pufos periodísticos. Éste es un breve resumen de lo que significa el “fact-checking” y cómo se ha beneficiado de la aparición de Internet: (Seguir leyendo)

El proceso de verificación

Los departamentos de verificación de datos existen en la prensa de EEUU desde principios de siglo. El “verificador” se ocupa de comprobar la exactitud de lo que se publica en periódicos y revistas, su principal preocupación es cerciorarse de que lo llega al quiosco tiene un respaldo documental que evite litigios judiciales y salvaguarde el prestigio de la publicación. Artículos, editoriales, portadas, reseñas… todo es sometido al férreo control de los verificadores. Si alguien escribe un artículo sobre la selva de Nueva Guinea Papúa, por ejemplo, y afirma que los monos no le dejaron dormir, el verificador debe encontrar la manera de comprobar si existen monos en la isla y averiguar qué clase de ruidos hacen por la noche.

Pero las verificaciones no solo afectan a las noticias y artículos, también deben ser comprobadas las fuentes y hasta las afirmaciones de los entrevistados. Por poner un ejemplo cercano, hace una semana, el actor Santiago Segura era el protagonista de un amplio reportaje en el magazine de The New York Times, en el que afirmaba que Oliver Stone había intentado comprar, en su momento, los derechos de ‘Torrente’. Pues bien, el mismo Santiago Segura explicaba días más tarde en la cadena SER que el equipo del periódico había comprobado escrupulosamente cada una de sus afirmaciones, hasta el punto de que llamaron al propio Oliver Stone para descartar que se tratara de una fantasía del director español.

Más allá de la credibilidad que le merezca a cada uno Santiago Segura, este tipo de verificaciones forman parte del sistema de trabajo habitual. Recientemente, el Congreso Nacional de Periodismo Digital (PDF), celebrado en Huesca, contó con la presencia del prestigioso verificador Andy Young, quien explicaba que se trata de proteger a los medios de la publicación de errores vergonzosos como el “artículo en el cual se decía que Jackson Pollock había asistido a una cena en 1970, catorce años después de su muerte” y que él mismo tuvo que corregir.

El departamento de verificación del New Yorker, con 16 personas, es el mayor del mundo

Andy Young pertenece al mítico departamento de verificación de datos de la revista New Yorker, que cuenta con 16 fact-checkers, un número muy superior al de otras publicaciones. Revistas como Time, People, Fortune o Sports Illustrated también cuentan con la presencia de verificadores, pero con una plantilla sensiblemente inferior. En palabras el escritor James Thurber, “el New Yorker tiene un sistema de verificación tan endemoniado que nunca publicaría un artículo sobre el Empire State Building sin llamar antes para comprobar que sigue allí”.

La mayoría de los miembros de la plantilla son jóvenes de entre 20 y 30 años, y el sueldo es más bien precario. Por allí han pasado algunas celebridades, algunos como el escritor Jay McInerney, gracias a cuya novela “Bright Lights, Big City”, muchos descubrimos la existencia de los departamentos de verificación. En aquel libro, el protagonista era un verificador que terminaba siendo despedido por dejar pasar demasiados errores en un mismo artículo, algo que ha sucedido en alguna ocasión.

La relación del verificador con periodistas y escritores suele ser bastante tormentosa. A nadie le gusta que le anden poniendo los puntos sobre las íes ni que interroguen a sus fuentes. Muchas veces, el verificador se pone en contacto con la fuente que ha transmitido la información y se cuestiona su fiabilidad, lo que genera numerosos conflictos. La cosa llega al extremo de que, como explica la ex verificadora Emily Eakin, “prefieres no decirle a nadie que eres un fact-checker: es como decirle a la gente que eres una cucaracha”.

Emily Eakin: “Prefieres no decirle a nadie que eres un fact-checker: es como decirle a la gente que eres una cucaracha”.

En ocasiones la verificación llega a tal extremo que se pasa de rosca. “Todo lo que se publica en la revista es verificado, – explicaba Andy Young en el Congreso de Periodismo Digital – incluso las historietas gráficas, las portadas, los poemas, los cuentos, las reseñas de arte y, por supuesto, los artículos periodísticos.” “Una vez, verifiqué un poema que describía una laguna en Puerto Rico que estaba iluminada por la luz de ciertos animales fosforescentes. No me acuerdo cómo se llamaban, pero descubrí en mis investigaciones que el poeta no sabía nada de estos animales ni tampoco de cómo producían su fosforescencia. (…) Desgraciadamente eliminaron el poema. El poema era bueno, pero la falta de un sentido básico de la ciencia lo sacó de la revista. Nunca más he querido verificar poemas por el terror de torturar a los pobres poetas.”

Es famoso el caso de la entrevista a Art Garfunkel quien, según el periodista del New Yorker con el que se vio, había gesticulado nerviosamente durante el encuentro. Un verificador de datos llamó a Garfunkel horas después para comprobar si era verdad que había gesticulado con los brazos y de paso le preguntó si aún conservaba los dos.

Internet ha facilitado enormemente la tarea del verificador

El proceso de verificación de datos puede resultar agotador. A veces, comprobar un párrafo de un artículo de 5.000 palabras puede llevar hasta tres días de intenso trabajo. Y es aquí donde Internet ha pasado a jugar un papel esencial. Andy Young aseguraba en su visita a España que los archivos electrónicos de artículos son “sumamente útiles” a la hora de “encontrar ensayos y discusiones de cualquier tema, desde el Kick boxing Thai hasta la literatura medieval española”. De hecho, Young no se explica cómo se podía hacer este trabajo antes de la aparición de Internet. Los verificadores, como explica el periodista Fernando García Mongay, utilizan la red, y seguramente la Wikipedia, “para localizar a los mejores expertos del mundo y consultarles la veracidad de los datos de los artículos que se publican en la revista The New Yorker”. Y esto, que es a lo que vamos, es precisamente lo que no hace el diario ABC.


© 2006. Antonio Martínez Ron, periodista.

Referencias:

El proceso de verificación de The New Yorker
Fact-checkers at the The New Yorker and Elsewhere

Otros artículos de interés:

Artículo de The New Yorker sobre la Wikipedia
Wikipedia: criterios de verificabilidad
Enrique Dans: la fiabilidad de la Wikipedia
Errores de la Enciclopedia Británica que han sido corregidos por Wikipedia
Alt1040: Noticias degeneradas

40 Respuestas ( Deja un comentario )

  1. Enrique dijo...
  2. Fantásticamente bien explicado y expresado, Antonio. La única forma más corta de decirlo habría sido con ese aforismo que dice "habló de puta la tacones" :-) Me ha encantado la entrada.

  3. Antonio Martínez Ron dijo...
  4. jajaja! Muchísimas gracias, el elogio es un auténtico honor, viniendo de tí. un saludo

  5. Anónimo dijo...
  6. Sr. Aberron:

    Parece Vd. enfadadísimo y, por qué no decirlo, algo ofuscado con la Prensa, enfado y ofuscación que iba yo a compartirlos con Vd. hasta que me he dado cuenta que le han llevado al argumento ese de "y tu más...”, o ese otro de “pues anda que tu…”

    Que la prensa sea lo que, (desgraciadamente) es, no cambia un ápice ni justifica el hecho de que la fiabilidad de algunos contenidos de la Wikipedia puede ser más que dudosa.

    Y da la casualidad de que, en mi opinión, ese puede ser uno de los auténticos valores de la wikipedia pues obliga (y permite), dudar y te exige seguir profundizando, (o podríamos decir investigando). Y de eso, Vd. sabe un rato.

    ¿No decía Descartes que “en el contexto de la investigación, había que rehusarse a asentir a todo aquello de lo que fuera posible dudar racionalmente”?.

    Bueno, al menos eso es lo que dice la Wikipedia que decía Descartes . . . ;).

    Como siempre, mi más profundo respeto y agradecimiento por su trabajo.

    Dr. Maturin.

  7. Antonio Martínez Ron dijo...
  8. Estimado señor Maturin:

    Si he transmitido la sensación de que estoy enfadadísimo, debo de haberme expresado mal. En modo alguno, solo trataba de relativizar las supuestas verdades de los medios, que tratan de pontificar sin ver la viga en el ojo propio. Y sobre todo escribir del fact-checking, un tema que me parece del máximo interés.

    saludos y gracias por sus siempre interesantes observaciones ;-)

  9. Anónimo dijo...
  10. Excelente descripción, se echaba en falta que alguien uniera todas las piezas y lo explicara tan correctamente como lo has hecho.

    Leí una vez en el EPS una entrevista a un escritor que decía que había trabajado con el New Yorker y que tuvo que dejarlo precisamente por los correctores. Contaba que le llamaban constantemente, preguntándole minucias, sobre un mismo artículo podían llamarte diez o doce veces al día. A mi esta entrevista me sirvió para valorar al New Yorker y despreciar el divismo de este escritor intocable. Luego uno ve a un intruso como Malcom Gladwell, al que no se le caen los anillos por escribir artículos extensísimos llenos de referencias complejas y que requerirán de verificaciones interminables por parte de los correctores de esa misma revista. Es curiosa esta entrada de Steve Sailer, en que el columnista no critica lo escrito por el periodista, sino la propia tarea de los correctores dejando pasar esos errores.

    El escándalo en la cárcel iraquí de Abu Ghraib fue destapado por el New Yorker. Sin embargo, no fueron los primeros en publicar la noticia, porque mientras ellos seguían con el proceso de comprobación de datos, la CBS se les adelantó y mostró las primeras fotografías.

    Como curiosidad de la seriedad del New Yorker puede servir las bases del concurso de viñetas que hacen. Más parece una sentencia judicial que otra cosa y no es más que un cutre concurso (el valor aproximado del premio es de 250$).

  11. Antonio Martínez Ron dijo...
  12. Marmolillo: gran aportación, como siempre

    Hola, Sem: está incluido en el artículo de Enrique Dans, me parecía reiterativo. saludos

  13. Cisne Negro dijo...
  14. "Una vez, verifiqué un poema que describía una laguna en Puerto Rico que estaba iluminada por la luz de ciertos animales fosforescentes. No me acuerdo cómo se llamaban, pero descubrí en mis investigaciones que el poeta no sabía nada de estos animales ni tampoco de cómo producían su fosforescencia. (…) Desgraciadamente eliminaron el poema."

    Me parece totalmente absurdo y absolutamente contrario a la creación literaria el censurar un poema porque es científicamente inexacto. Me gustaría saber en qué cabeza cabe...

  15. Antonio Martínez Ron dijo...
  16. Es totalmente ridículo, estoy de acuerdo contigo.

  17. alvarhillo dijo...
  18. En realidad la Wikipedia no yerra más ni menos que cualquier otra enciclopedia o fuente de información.Estoy cansado de ver como el tratamiento de una misma noticia difiere, a veces abismalmente, de uno a otro médio de información. Hoy mismo en las noticias, sobre el caso del asesinato de una mujer a manos de su ex marido, una cadena decía que el juez había levantado la orden de alejamiento del agresor y otra decía que la mujer era la que había pedido que se levantara tal orden. Las dos al final pueden ser correctas pero el tratamiento hace que la culpa recaiga en uno u otra según las noticias que uno escuche. No es facil llegar a la verdad de la noticia, lo facil es criticar desde un medio, como el ABC, al que se le supone un minimo de seriedad.
    Saludos.

  19. Anónimo dijo...
  20. Esto me recuerda a un episodio de Family Guy en el que Brian(el perro) es contratado por el New Yorker:
    http://www.youtube.com/watch?v=TyE5uCo56Fk

  21. Anónimo dijo...
  22. Muy bueno el artículo sobre la falibilidad humana. Todos podemos fallar. Y precisamente hoy. Ayer estuve investigando la figura de James Surowiecki, el supuesto padre de la "inteligencia de las multitudes". Básicamente, creo, que en un ejemplo se puede ver. Si uno tiene un problema y se lo cuenta a su amigo, ya son dos cabezas pensando la solución. Esto, a escala global y teniendo a un economista puede convertirse en un best seller.

    Por cierto James Surowiecki escribe en el New Yorker.

    Aberron, si no consigo un artículo, lo podrías poner tú.
    http://en.wikipedia.org/wiki/James_Surowiecki

  23. Anónimo dijo...
  24. bueno.. dejando a un lado los elogios habituales.. y saltando un poco el tema central del articulo....

    sobre la discusión de la calidad de la wikipedia:
    yo la uso bastante....
    la inglesa y la española...
    y he de decir que algunas entradas de la española son malas traducciones ("inentendible" a veces) de la inglesa.
    de todas formas: gracias a dios que existe ! :-)

  25. Antonio Martínez Ron dijo...
  26. Jeje, qué debate tan interesante!

    Hola, Javi: creo que has dado en el clavo, entre la wikipedia en inglés y en castellano todavía hay un abismo. Y aunque decirlo sea un poco impopular, la blogosfera en inglés todavía nos da mil vueltas (en cuanto a información)

    Pero poco a poco...

    saludos!

  27. Anónimo dijo...
  28. "En este mundo traidor, nada es verdad o mentira..."

    ...ya no. :-)

    Si le metes gente verificando los articulos al ABC, al Pais, al Mundo, A LA RAZÓN!!!, dios mio, se quedarian en simples panfletillos.

    Por cierto, ¿verifica esta misma gente el Horoscopo?

  29. Naxos dijo...
  30. De verdad que es una nota muy amena y agradable de leer. Felicidades. De pronto se puede pensar que quien verifica datos padece de paranoia más o menos relativa, sin embargo, es un alivio saber que es más común que corriente. Yo me sentía medio raro de hacerlo, más porque en el deseo de verificar encontraba un placer insospechado: el placer de dinamizar la información matizándola. Y este punto me recuerda a un antropólogo llamado Gregory Bateson, quien decía que un bit de información es una diferencia que pasa por un circuito diferencial: una diferencia que hace una diferencia. De modo que en esto de la información, la matización es primordial, lejos de la simple verificación (está sólo vale para quienes se atribuyen cierta oficialidad).

    En fin, debo decir que este tipo de entradas, con este tipo de ventaneos, donde se puede ver el valor de los dispositivos de información asequibles desde la red, cambian el paisaje de lo "oficial" e inclinan más la balanza hacia este conglomerado de bits informacionales.

    saludos

  31. Jesús Sanz Rioja dijo...
  32. Yo en principio no me fío mucho de la wikipedia. Pero la comparación adecuada quizá no es con la prensa sino con las enciclopedias en formato libro.

  33. Anónimo dijo...
  34. Fantástica. Qué interesante.

  35. Anónimo dijo...
  36. Creo que una referencia interesante es esta, entre otras cosas porque es mía. Lejos de caer en el simplismo de compararse con otros, hay que buscar criterios de calidad absoluta dentro de la Wikipedia.

    La referencia realmente importante es esta, del The Guardian, la anterior no es más que un resumen.

  37. Raul Sensato dijo...
  38. Sobresaliente. Y qué grande eso de preguntar a Garfunkel si conserva ambos brazos. La verdad es que nunca está de más; recuerden a Tito, del grupo Parchis...

  39. DDAA dijo...
  40. Un magnífico artículo. Y desde luego que ningún periódico español está capacitado para señalar errores en la wikipedia, más que nada porque éstos se pueden corregir y los de la prensa no.

  41. Witilongi dijo...
  42. Aunque a alguno le pese creer en Santiago Segura lo que dijo de los periodistas y sus verificaciones es cierto. En USA, por sistema, siempre se verifican todos los datos.

  43. Ramón dijo...
  44. Fantástico el artículo.
    Para lo bueno y para lo malo, los medios españoles son como son. Si no fuera por la falta de rigor, no tendríamos la oportunidad de disfrutar de artículos como este, del blog de Malaprensa y de tantos otros que se hacen eco de las pifias.
    Respecto a la Wikipedia, me da la impresión de que el gran e imposible reto es llegar a acercarse a las expectativas que genera. Cada vez va a haber más participación ciudadana en los medios y por suerte, con las nuevas herramientas de participación social, habrá también un mayor control sobre lo editado, con más correcciones.
    Hay iniciativas, como WikiEsX2, que tratan de promover la mejora de los contenidos de la Wikipedia en español.
    Y al que no le parezca bien el contenido de algún artículo de la wikipedia, que lo mejore, que no es dificil.

  45. Anónimo dijo...
  46. Lo siento, pero el artículo rezuma mala fe; la misma que, por otra parte, rezuman los artículos que critican a la Wikipedia en los periódicos, celosos de que haya una fuente de información tan apasionante y no sean ellos.

    Digo que hay mala fe en expresiones como "Datos erróneos, manipulaciones o noticias directamente inventadas pasan a las páginas de los rotativos sin ser sometidas al más mínimo filtro." El periodista que escribe la información (sea de agencias o del periódico) es un filtro, aunque sea escaso. De hecho, no veo la diferencia entre un "verificador" y un periodista. Alguien que llama a Oliver Stone para comprobar lo que dice Segura no es más ni menos que eso, un periodista. (Por cierto, si entrevistara a un graciosete yanki semidesconocido en España que me dijera que Almodóvar quería hacer una película suya, yo también llamaría a su productora para comprobarlo. No me parece tan excepcional.)

    La única diferencia entre el New Yorker y el ABC es que tienen más periodistas. Y, en fin, sabemos perfectamente que el New York Times también comete errores. Los "verificadores", o sea, los periodistas, nunca están de más.

    Creo que la Wikipedia puede defenderse sin necesidad de hacer comparaciones injustas. Parece mentira que ese artículo lo haya escrito un periodista. Ya se sabe que no hay peor cuña que la de la misma manera.

    A.B.

  47. Antonio Martínez Ron dijo...
  48. Estimado señor A.B:

    ¿Desde cuándo la autocrítica se considera mala fe? ¿Desde cuándo es aceptable contrarrestar un argumento apelando a las intenciones del autor y no a la falsedad o la veracidad de las afirmaciones?

    Respecto a lo que dice del "filtro", se ve perfectamente que no es usted del gremio. Cualquiera que haya trabajado en una redacción sabrá el nivel de contraste que tienen la mayoría de las informaciones. Sobre la entrevista a Santiago Segura, conozco periodistas de este país que no solo no llamarían a Oliver Stone; es que ni siquiera se molestarían en hablar con el propio Segura.

    Dígame una cosa: ¿qué es mejor para el periodismo?: ¿Aplaudir con las orejas el estado actual de cosas o tratar de seguir un modelo con mayores garantías?

    Por cierto, ¿quién se oculta detrás de esas misteriosas A.B.? ¿No será usted el propio Oliver Stone indignado por que no le he llamado? ¿Tan poca fe tiene en sus argumentos que no se atreve a firmarlos públicamente?

    ¿No será la suya una opinión vertida con mala fe, verdad?

    Yo diría que no, porque tengo la sana costumbre de no juzgar a mis semejantes.

  49. Anónimo dijo...
  50. Ciertamente, la expresión "mala fe" no es afortunada. Por lo demás, no es el único argumento que he utilizado.

    En cualquier caso, lo que no tiene ningún sentido es contratar a jóvenes en precario que verifican lo que hacen periodistas bien pagados. Es lógico que al periodista le cabree que un novato le ponga los puntos sobre las íes. Y encima, si se cuela un error, despiden al verificador antes que al periodista. Desde luego, no me parece un buen modelo, si es como lo he entendido.

    En cuanto a mi anonimato, es perfectamente irrelevante en esta discusión. Lo único que debería haber dicho es que soy periodista, igual que usted.

    A.B.

  51. Anónimo dijo...
  52. Lo que quiero decir es que la única diferencia real entre los "verificadores" y lo que se hace aquí es el número de gente que revisa las cosas. Aquí también hay editores, redactores jefes, etc. Antes había más correctores (gramaticales) que ahora, ciertamente.

    ¿Pero realmente un sistema como el que propone sería eficaz? Entonces la mayoría de las noticias no se publicarían en el día, igual que New Yorker tampoco publicó lo de Abu Ghraib. ¿Aceptaríamos que no nos informaran de un atentado de ETA dos días después de que se produjera? El sistema vale para New Yorker, que va a su bola, y deja a sus reporteros seis meses y presupuestos infinitos para hacer reportajes que son la leche. Pero eso se parece más a los libros que a los periódicos. Revisar las cosas tanto como sugiere en su artículo no sería eficaz. Lo sería más reducir el número de páginas que se publican, de modo que no tuviera que dedicarse tanto tiempo a rellenarlas. Y las noticias que se cuenten, que se cuenten bien; y para eso hay que fiarse del periodista, porque si no, no vamos a ningún sitio.

    A. B.

  53. Anónimo dijo...
  54. Quiero decir: hay cosas que deben comprobarse todas las veces que haga falta, como lo de Abu Ghraib. Lo de Stone y Segura, lo siento, pero es el chocolate del loro. Nadie puede denunciar a un periódico porque un entrevistado se invente que Oliver Stone le ha ofrecido hacer una película. Si hay que comprobar todo lo que dice un entrevistado (incluida su fecha de nacimiento, supongo), podemos volvernos locos.

    A. B.

  55. Antonio Martínez Ron dijo...
  56. Señor anónimo:

    Como apunto en el artículo, la verificación, cuando alcanza ciertos niveles, puede ser negativa y convertir el ejercicio del periodismo en una pesadilla. Pero no creo que la solución sea no hacer nada. Más que copiar el modelo, lo que a mí me gustaría es que el periodismo español se viera imbuido de cierto espíritu crítico y se esforzara por contrastar los datos y no copiar y pegar noticias de agencia sin hablar con las fuentes. Un término medio, para entendernos.

    La precariedad laboral, por supuesto, tiene mucho que ver con todo esto, no voy a ser yo quien lo niegue, que la ha sufrido en mis carnes.

    Lo de "mala fe" era, efectivamente, muy desafortunado.

  57. Anónimo dijo...
  58. Para Marmolillo:
    Desconozco a qué minucias se refería el escritor en cuestión, pero es probable que yo también hubiera renunciado a trabajar en New Yorker si no se fiaran de que los monos hacían ruido una noche y no me dejaron dormir. Eso no quiere decir que me parezca mal: simplemente yo no trabajaría ahí, igual que tampoco me dedico a la investigación científica. Y es que el New Yorker, tal como lo cuentan, se parece más a un laboratorio científico que a un medio periodístico. Lo cual es muy respetable, pero la ciencia tiene su espacio y el periodismo otro. Y el del New Yorker, desde mi punto de vista, se queda fuera.

    A. B.

  59. Anónimo dijo...
  60. Al usuario anónimo.
    Me meteré en la discusión aunque ni soy periodista ni quisiera serlo. Criticar la precariedad de los correctores me parece irónico viviendo en un país en que la propia precariedad de los periodistas es indignante.
    Por un lado están los periodistas divos, los que tienen su columna en el dominical sin despeinarse, pudiendo contar lo que han hecho anteanoche dándole un par de pinceladas filosóficas y cobrando por eso - los que escriben las columnas de opinión - luego están los que hacen una entrevista - prosaica, rutinaria, para que se luzca el entrevistado - y que rellenan con espeluznantes descripciones que, la verdad, sobran (era una fría mañana de invierno, las calles estaban nevadas pero cuando lo vi bajar por la escalerilla del hotel, con ese porte torero, y pensé bla bla bla).
    Luego vendrían los que llevan algún tiempo en esto, sin grandes artículos pero con un trabajo correcto de día a día.
    El resto son periodistas con verdadera formación, que están trabajando sin contrato, casi por la voluntad, arrastrándose por el fango para arañar noticias. Ya les gustaría tener la mitad del contrato de un corrector de New Yorker a un periodista español con menos de dos años de experiencia. Y ya le gustaría tocar noticias de esa categoría aunque sea en segundas nupcias antes que tener que ir a conciertos de grupos desconocidos, a manifestaciones de ultraderechistas, a mítines de alcaldes de pedanías y a entrevistar en la puerta de un hospital a amigos de famosos de tercera categoría.

    El periodista debe esforzarse en contar lo que ocurre, no algo parecido a lo que ocurre. Las prisas pueden provocar errores, pero esa no puede ser la regla. El caso del New Yorker es excesivo pero hay que agradecer que haya quienes hayan indicado al menos dónde está el listón de la calidad.

  61. dalr dijo...
  62. Interesante asunto. Sobre las críticas que recibe Wikipedia me parece que nos son más que la punta del iceberg sobre una tendencia común en todo lo referente a Internet. Si las malas noticias son más noticia que las buenas noticias, en lo referente a la red esta afirmación parece cumplirse más que nunca. Un ejemplo parecido ocurre con numerosos artículos que buscan resultados aberrantes para ciertas búsquedas en Google y que sin duda responden a un desconocimiento de lo que es un buscador. De todos modos no está de más que nos recordemos que todas las fuentes de información, todas, hay que usarlas con cautela.

  63. dalr dijo...
  64. Y entrando al trapo con lo de la paranoia verificadora, me parece que algunos de los ejemplos citados son excesivos, pero eso no significa que no podamos aprender mucho de estas prácticas. A nadie nos gusta que critiquen nuestro trabajo y quizás por eso se nos ponen los pelos de punta al pensar en que, además de al redactor jefe, tengamos que dar explicaciones de lo que hacemos y por qué lo hacemos a un ejército de verificadores. Pero si con ello logramos evitar errores innecesarios y recuperar la confianza del lector, bienvenido sea. Sobre todo porque implicaría modificar significativamente las rutinas de producción que, en mi humilde opinión, son las causantes de buena parte de las inexactitudes y meteduras de pata que se publican.

    No puedo sino felicitar de nuevo a Aberron por el artículo, especialmente porque nos da la oportunidad de debatir sobre la práctica del periodismo y hacer algo de autocrítica, que no nos sobra en absoluto.

  65. Anónimo dijo...
  66. Para dalr:
    Todos los medios tienen un ejército de verificadores detrás. Se llaman lectores, u oyentes, o televidentes. El periodista que escribe sin pensar en ellos no va a ninguna parte. A lo mejor no hace falta contratar verificadores (cuyo objetivo principal es evitar pleitos), sino simplemente hacer un poco de caso a los lectores.

    Para marmolillo:
    Diría que se nota que no es usted periodista, pero por desgracia hay periodistas que piensan como usted. Me refiero al desprecio hacia noticias como:

    "conciertos de grupos desconocidos, a manifestaciones de ultraderechistas, a mítines de alcaldes de pedanías y a entrevistar en la puerta de un hospital a amigos de famosos de tercera categoría."

    La categoría de una noticia no depende del ámbito en el que interesa o es publicada. Depende de la comparación con el resto de noticias que van en su página, o en su periódico. Puede ser más interesante un concierto de un grupo semidesconocido que uno de Alejandro Sanz, que ya sabemos lo que va a decir; prefiero ir a una manifestación de ultraderechistas que a una de víctimas del terrorismo; a un mítin del alcalde de Ciempozuelos que a uno de José Montilla; y entrevistar a Leonardo Dantés antes que a Blanca Fernández Ochoa. La cuestión es cómo se tratan las noticias, lo que el periodista es capaz de sacar de ellas. Sacar algo interesante de lo de Abu Ghraib lo hace cualquiera; extraerlas de un asesinato en Villaverde es más difícil. Prefiero conocer a los protagonistas de un sucesito que corregir los descuidos de un mito del periodismo, metido en un despacho.

    Otra cosa son las condiciones laborales. Pero ahí funciona la ley de la oferta y la demanda. Si hay tanta gente a la que le gusta ser periodista será por algo.

    (Por lo demás, periodistas incapaces y periodistas formados los hay en todas las categorías de la profesión. Entre los directores, entre los columnistas y entre los becarios. Arcadi Espada es columnista, por ejemplo. Y, en fin, hay de todo entre los becarios. Me pregunto cuánta gente en la Facultad de Periodismo lee el periódico todos los días.

    A.B.

  67. dalr dijo...
  68. A.B. Como supongo que sabes, un porcentaje altísimo de las críticas que reciben los diarios por parte de los lectores se debe a errores en las páginas de servicios, a saber: farmacias de guardia, carteleras, programaciones de televisión y pasatiempos. Esto no se debe a que no les interese el resto del diario, sino a que es de las poquitas cosas que pueden contrastar por sí mismos. La figura del verificador, en este sentido, yo la veo como ayuda al periodista para evitar errores solventables y como una garantía de calidad para el cliente de que se hace todo lo posible para ofrecerle la información más adecuada. Repito que no me parece que esta figura sea ninguna panacea pero tal y como están las cosas, si se plantea bien, puede ser de ayuda. A mi no importa en absoluto que alguien revise mi trabajo si con ello voy a ofrecer al lector un mejor resultado. En cambio me joroba sobremanera que me pidan una página a media hora para el cierre y luego me caiga una bronca si meto la pata. No sé... lo que no acabo de ver es que por un lado pretendamos que el lector sea el único verificador válido para las noticias y después rechacemos la opinión de un comentario por venir de alguien a quien se le nota que no es periodista. De lo que, creo, estamos hablando aquí es de cómo podemos mejorar lo que hacemos (que estamos de acuerdo en que es mejorable). Y en este sentido insisto en que la figura del verificador me parece una buena vía mientras, vuelvo a insistir, no cambiemos las rutinas de producción.

  69. Anónimo dijo...
  70. Creía haber dejado claro que era irrelevante que el comentario de Marmolillo proviniera de un periodista o no, porque hay gente que se dedica a esto y piensa igual. Lo que quería decir es que esa me parece una idea equivocada del periodismo.

    En cuanto a los lectores, precisamente ahora, gracias a internet, tienen la misma capacidad que los verificadores para comprobar las cosas. Me refiero a lo que tiene sentido: datos oficiales, por ejemplo. No a las declaraciones de Santiago Segura.

    A mi tampoco me importa que me verifiquen lo que quieran, simplemente no le veo sentido a que el control de calidad sea más costoso que el proceso productivo. No sé si hay alguna ley de la economía que diga algo al respecto.

    A.B.

  71. dalr dijo...
  72. En cuanto a lo de los no periodistas, está claro que interpreté mal tu contestación a Marmolhillo. Mis disculpas (ves, si hubiese tenido un verificador esto no hubiera pasado ;-)

    Respecto a lo de los lectores, se supone que compran los diarios y ven los noticiarios de la televisión precisamente porque no tienen el tiempo ni los medios para rastrear toda la información. Por ese motivo se fían de los periodistas y acceptan su criterio para seleccionar y su fiabilidad a la hora de explicar (lo cual, probablemente, es mucho fiarse y mucho aceptar...)

    Finalmente y respecto a la valoración económica que haces, estoy totalmente de acuerdo. Cuando el control de calidad es más caro que la producción es que tienes un problema de producción. De hecho, el control de calidad se ha ido sustituyendo en las empresas por la gestión de la calidad que pretende, entre otras cosas, que los productos lleguen al final del proceso con un porcentaje mínimo de errores. Quizás lo que tengamos que hacer sea precisamente eso, poner verificadores en todo el proceso ;-) Coñas aparte, hace unos años había algún medio que intentaba obtener un certificado de calidad para toda la gestión del medio, incluyendo la redacción. No sé cómo acabó la cosa pero voy a investigarlo.

  73. Conectada dijo...
  74. Hace unos 10 años o así me enganché a una cutre-serie sobre un verificador de noticias (Herman's Head, la Cabeza de Herman, supongo que estará en la mula). Fue uno de los motivos por los que me metí a eso de periodismo. Vaya decepción cuando una compañera me contó cómo era de verdad el trabajo de "correctora" en un gran periodico.

    He visto que hay empresas que hacen outsorcing de verificación de datos, lo cual no estaría mal plantearselo en este nuestro país.

  75. Anónimo dijo...
  76. Yo no soy periodista, tan solo asidua lectora de periódicos y revistas de información desde hace un montón de años y puedo decir que las pocas veces que he tenido la oportunidad de comprobar la veracidad de una noticia he visto que, aunque el fondo de la misma fuera real, estaba plagado de errores, falsedades (¿y mentiras?) y datos inexactos que supongo inventaban.
    La verdad es que yo siempre tengo una cierta duda razonable ante los datos y detalles que se aportan sobre una noticia.

  77. Anónimo dijo...
  78. Casualidades. Justo antes de encontrar este artículo mi madre y yo teníamos un debate sobre lo que es hoy en día el periodismo y cómo nos encontramos a diario con falsedades, medias mentiras, convenientes inexactitudes...
    Me parece durísimo el trabajo de los un fact-checker...pobrecillos.
    Reb

  79. Anónimo dijo...
  80. Qué bueno encontrarse con esto hoy en día (de casualidad, la verdad). Mira los "fact-checkers" para lo que han quedado. Al servicio de quien gobierna, del relato único.
    Como en muchas ocasiones, ideas con fines nobles acaban prostituyéndose de la peor manera.
    Quién vigila al vigilante? Porque anda que no la ha liado veces el "vigilante".
    Saludos

Publicar un comentario

Debes esperar a que tu comentario sea APROBADO. No se admitirá el spam ni las descalificaciones.