Una luna nuclear

04 enero 2007

Sobre el desierto de Nevada, a unos 105 kilómetros al noroeste de la ciudad de Las Vegas, se realizaron entre los años 1951 y 1992 un total de 925 pruebas nucleares que dejaron la superficie de la tierra como un auténtico queso gruyere. El lugar, conocido como Nevada Test Site, fue establecido como campo de pruebas por el Ejército de Estados Unidos en 1951 y desde entonces se llevaron a cabo todo tipo de detonaciones nucleares, la mayoría bajo el subsuelo. Hoy en día, las decenas de gigantescos agujeros visibles desde Google Maps, componen una especie de versión siniestra de la superficie lunar.

Según Wikipedia, “durante los años de la década de 1950, las nubes atómicas de estas pruebas podían verse desde casi 100 millas en cualquier dirección, incluida la ciudad de Las Vegas, en la que las pruebas se convirtieron en atracciones turísticas”. En ocasiones, las explosiones eran tan potentes que se sentían sobre el propio suelo de “la ciudad del pecado”. (Seguir leyendo)

La mayor de las detonaciones tuvo lugar el 6 de julio de 1962, cuando el Ejército norteamericano explosionó una bomba de 104 kilotones que desplazó 12 millones de toneladas de tierra y creó un cráter de 390 metros de diámetro y 100 m de profundidad que todavía puede apreciarse desde el espacio. La prueba, dentro de la Operación Plowshare, pretendía demostrar que las armas nucleares podían utilizarse con finalidades pacíficas en grandes obras de ingeniería, como crear bahías, caminos entre montañas o ensanchar el mismísimo canal de Panamá. Afortunadamente, la idea nunca llegó a aplicarse en ningún proyecto real.

Un informe del Instituto Nacional del Cáncer, publicado en 1997, determinó que los centenares de pruebas nucleares pudieron provocar de 10.000 a 75.000 casos de cáncer de tiroides en la población de Nevada, lo que llevó al Gobierno a compensar con 50.000 dólares a todas aquellas personas que presentasen enfermedades que pudieran haber sido causadas por los años de locura nuclear.

Hoy en día, algunos carteles siguen advirtiendo a los visitantes los peligros de adentrarse en la zona.


Aquellos "maravillosos" años:

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