Cómo se “medica” un chimpancé

31 julio 2013


Santiago Merino es uno de los mayores expertos en parásitos y su papel en la evolución. Le conocí hace unos años en la exposición sobre Darwin del Museo de Ciencias Naturales e hicimos con él un vídeo explicativo sobre las criaturas que “nos comen por dentro”. Santiago acaba de publicar en la editorial Síntesis su libro “Diseñados por la enfermedad”, un meticuloso y ameno ensayo sobre el papel de los parásitos en el desarrollo de la vida y las relaciones entre las especies.

Entren los muchos datos curiosos que aporta en el libro, me han llamado la atención las estrategias de las distintas especies para librarse de las enfermedades y los parásitos, encontrando a veces soluciones muy imaginativas. Se cree que muchas aves, por ejemplo, buscan determinadas especies vegetales para hacer sus nidos teniendo en cuenta sus propiedades antiparasitarias. Algunas especies de mochuelo americano buscan una culebrilla ciega (una especie de lagarto que no ha desarrollado las patas) y los introducen en el nido junto a los polluelos para que hagan la labor de limpiadores. Algunas especies de loros acuden a comer determinadas arenas arcillosas que contrarrestan los efectos tóxicos de los frutos que comen y determinadas comunidades de monos capuchinos buscan milípedos gigantes y se los frotan contra el pelo de su cuerpo porque son un poderoso repelente contra los insectos.

Pero quizá el ejemplo más impactante es el observado en algunos primates y que él describe así:
“Varios investigadores han observado que los chimpancés, bonobos e incluso gorilas buscaban en ciertas ocasiones algunas plantas de las que no se alimentan habitualmente y que, aun perteneciendo a distintas especies, todas esas plantas se caracterizan por presentar hojas con una superficie sumamente rugosa en comparación con la mayoría de las plantas disponibles cuyas hojas suelen ser de superficies suaves. Más curioso aún era que estas plantas a las que acudían tan sólo en ciertas ocasiones y preferentemente en la época lluviosa de la estación no eran consumidas de cualquier manera. Los chimpancés probaban con sus labios la punta de las hojas para finalmente elegir una, la cual doblaban cuidadosamente como si fuera un acordeón y, en lugar de masticarla, se la tragaban entera con expresiones de cierto disgusto y malestar como es lógico. Durante cierto tiempo se intentó encontrar si estas plantas contenían alguna sustancia antiparasitaria, ya que este comportamiento se producía en la época en la que más frecuente eran las interacciones con parásitos intestinales, durante las lluvias, y los chimpancés parecían buscar estas plantas cuando sentían dolor estomacal y diarreas, síntomas provocados al parecer por la infestación de gusanos nodulares. (…) Finalmente su utilidad se descubrió cuando se observó con atención las hojas en las heces. Mirando en la superficie se observó que estas hojas estaban cubiertas de pequeños pelos y vellosidades en forma de gancho. Y lo más curioso, enganchados a los pelos de las hojas se encontraban ¡gusanos intestinales! Todavía vivos y moviéndose sobre la hoja. Sí, parece que los chimpancés cuando notan la infección por gusanos intestinales buscan estas plantas para desparasitarse”.

Referencia: Diseñados por la enfermedad, Santiago Merino Rodríguez. Editorial Síntesis, 2013.

Dentro del mayor buque de la Armada (Interactivo)

29 julio 2013


El pasado mes de junio, Javier Álvarez, Adriano Morán y yo tuvimos la suerte de acceder al interior del portaaeronaves Juan Carlos I en la base de Rota y conocer, durante dos días, cómo es la vida en el mayor buque de la Armada. Durante la visita realizamos una serie de fotografías panorámicas de sus principales estancias y un reportaje en vídeo. Puedes navegar por nuestro especial interactivo, ver los vídeos explicativos y curiosear en las imágenes en 360 grados del puente de mando, el primario de vuelo, las bodegas donde se alojan helicópteros y aviones, el dique inundable, la sala de máquinas, y la espectacular cubierta de 203 metros de largo.

Si sacas un rato, te aconsejo echar un ojo a nuestro reportaje en vídeo:




Enlace: LHD Juan Carlos I, el mayor buque de la Armada (INTERACTIVO) | Más info


Elefantes en caída libre

28 julio 2013


Me ha gustado tanto, que lo comparto. Vía @mezvan.

Los microbios que más matan

23 julio 2013

Puedes ver aquí el gráfico interactivo completo. Vía: @microBIOblog

Lo que un tonto nos puede enseñar sobre la lava

22 julio 2013

Imagen: Christopher Hirata.

La fotografía que ves sobre estas líneas circuló por la red el pasado 4 de julio y fue compartida por miles de personas. En ella vemos al fotógrafo Kawika Singson sobre la lava de uno de los volcanes de Hawái en posición de tomar una foto mientras sus botas y sui trípode están ardiendo. En aquellos días, el fotógrafo apareció en algunos medios diciendo que la imagen era un "posado", pero que no quería revelar la localización para que nadie siguiera sus pasos y que la lava era de verdad. "Se trata de lava real y llamas reales y estaba realmente caliente", afirmaba. "Solo pude aguantar el calor durante unos segundos".

Como andaba escaso de tiempo, guardé aquella información en Pocket y hoy he vuelto a revisarla tras unas semanas. Y me encuentro con una actualización interesante. Chris Hirata, el fotógrafo que tomó la imagen, confiesa en Petapixel que se trató de un montaje que les sirvió como reclamo publicitario. "Sus botas y su trípode", admite, "no ardieron a causa de la lava".

La tontería, con más detalle. Imagen: Christopher Hirata.

En una actualización posterior, del 17 de julio, el propio Singson lo confiesa todo sin reparos. Utilizó un acelerador para causar las llamas para poder hacerse una foto para la portada de su Facebook, según sus propias palabras. "Las llamas en el trípode y mis zapatos no las causó la lava", admite. "Es como si pones un zapato en una sartén caliente, no se prenderá fuego directamente".

Más allá de la actitud del fotógrafo, el episodio nos ofrece una ocasión para conocer algunos detalles interesantes sobre la lava. ¿Se puede caminar sobre ella? ¿Cómo nos quemaríamos? En primer lugar, como ya contamos una vez por Naukas, y como se aprecia en la imagen, la densidad de la lava hace muy difícil en general que uno se hunda en ella, pese a lo que vemos en las películas. En un brillante artículo publicado en Wired, que amplió en una segunda entrega, el geólogo Erik Klemetti, ofreció algunos detalles interesantes sobre lo que sucedería al caminar sobre distintos tipos de lava y las maneras de morir por asfixia o desintegrados si la temperatura es suficientemente alta.

En cuanto a la imagen de Singson, es obvio que si hubiera permanecido el tiempo suficiente sobre la lava como para que sus zapatillas ardieran, seguramente habría perdido los pies. Antes de ponerse a arder en llamas, es más probable que el material se vaporice por las altas temperaturas y si se trata del cuerpo humano más aún, ya que tiene tres cuartas partes de agua. Caminar por la lava no es una experiencia recomendable ni aunque se camine con botas especiales ni sistemas de refrigeración, puesto que una caída - aunque no te hundas - podría tener consecuencias fatales. La foto puede quedar muy bonita para el muro de su Facebook, pero puede confundir a más de uno sobre la peligrosidad de la lava. Y siempre hay un tonto dispuesto a ilustrarnos con su ejemplo:



Lecturas complementarias: Sobre la manera correcta de morir en la lava (Naukas) / El reportero que sobrevivió al apocalipsis (lainformacion.com)


Trombas marinas sobre el Adriático


La imagen fue tomada durante un viaje en barco por el mar Adriático en el año 1999. Su autor Roberto Giudici explica hoy en Earth Science Picture of the Day que se dirigían a Brindisi cuando el tiempo cambió súbitamente y estos cuatro tornados aparecieron en el horizonte. El fenómeno duró unos segundos y el barco pasó por el medio de estas trombas. Giudici preguntó al capitán sobre los tornados, pero no parecía impresionado. Más info.

Cuando un investigador de tiburones pesca un cohete

12 julio 2013

Imagen: Glenn Simpson / National Park Service.

Los hermanos Wes y Theo Pratt pasan un mes cada año en el parque nacional Tortugas Secas, en Florida, estudiando el comportamiento de los tiburones. El pasado 4 de julio navegaban en su kayak por una de estas solitarias islas cuando divisaron un objeto enorme flotando en el agua. Se trataba de una gran plancha de metal clavada en la arena y en la que habían empezado a acoplarse algunos percebes. "Al principio pensé que era un trozo de avión comercial", asegura Wes Pratt al Miami Herald, pero se trataba de un objeto más interesante.

Por las inscripciones de la pieza, los Pratt y los especialistas han determinado que se trata de un fragmento de cohete Ariane 5, arrastrado por las aguas desde una distancia de cientos de kilómetros. Los datos apuntan a que se trata de un fragmento de uno de los cuatro último cohetes lanzados por la Agencia Espacial Europea (ESA) desde la Guayana Francesa, con el objetivo de poner satélites comerciales en órbita.

Imagen: Glenn Simpson / National Park Service.

Una vez cumplida su misión, los Ariane caen en medio del océano Atlántico, muy lejos de las zonas pobladas, pero este fragmento ha podido mantenerse a flote por la espuma que recubre la parte interior de la plancha, en la que se acumula aire. Aaron Lewis, director de comunicación de la empresa Arianespace en Washington, revisó las fotografías del objeto y asegura que estamos "sin ninguna duda" ante los restos de un cohete Ariane 5.

Ante la posibilidad de que la pieza de aluminio pudiera causar algún daño a las embarcaciones de la zona, los hermanos Pratt le colocaron una luz provisionalmente y la remolcaron posteriormente a puerto. De momento, la pieza permanece expuesta a los visitantes del parque natural, pero si nadie la reclama en breve procederán a reciclarla.

Más info: Part of European space rocket washes up in Florida Keys (Brandenton Herald)

Flotar en órbita no es igual que flotar en una piscina

09 julio 2013


Otra estupenda animación de TEDEducation en la que se explica por qué los cuerpos que orbitan la Tierra están en realidad en caída libre. De momento solo está en inglés, lo siento, pero es muy gráfico.

Lección contra la conspiranoia: el hombre del paraguas

07 julio 2013


En la famosa filmación de Abraham Zapruder del asesinato de John Fitzgerald Kennedy aparece un tipo entre el público con un paraguas abierto. El hecho no tendría más relevancia si no fuera porque aquel 22 de noviembre el cielo estaba totalmente despejado en Dallas. Otra filmaciones desde distintos ángulos muestran al hombre sosteniendo el paraguas justo en el lugar donde Kennedy es abatido por las balas. La historia dio pie a todo tipo de especulaciones, desde un sofisticado mecanismo para lanzar dardos hasta la posibilidad de que estuviera haciendo alguna señal.

Pero la verdad es más retorcida que todo eso. Os aconsejo ver este estupendo vídeo de 6 minutos dirigido por Errol Morris, publicado por The New York Times en 2011 y subtitulado por Vicent Montagud. No os perdáis ni un detalle hasta el final:


"Si encuentras algo que parece realmente siniestro, que es obvio que solo puede tener una base siniestra...", asegura John 'Tink' Thompson en el vídeo, "olvídalo, amigo. Porque nunca se te podrán ocurrir por tus propios medios todas las explicaciones no siniestras y perfectamente válidas para ese hecho". Para tallarlo en piedra.

Podéis leer el estupendo artículo de Vicent Montagud, "El hombre del paraguas en Egipto", donde encontré el vídeo. Vía @vicentmontagud

Nueva etapa

05 julio 2013



Seguir a Fogonazos tras el cierre de Google Reader

01 julio 2013

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