Los fantasmas de la evolución

19 diciembre 2013


Imagina que los ecosistemas que ves a tu alrededor no están “completos”. Tendemos a pensar que lo que vemos hoy ha evolucionado a la par y, como consecuencia, que el resultado es un equilibrio, inestable y en perpetuo cambio, pero equilibrio. Una red de relaciones donde cada planta y cada animal es como es por su relación con todos los demás y con el medio. Pero, ¿y si te dijera que algunos de los nodos fundamentales de esa red se quedaron por el camino y que su presencia fantasmal aún puede apreciarse?

La idea de los anacronismos ecológicos surgió a finales de los 70, cuando dos investigadores, Dan Janzen, de la Universidad de Pensilvania, y Paul Martin, de la Universidad de Arizona, estudiaban los árboles de Costa Rica. A Janzen le llamaba particularmente la atención que plantas como Cassia grandis dieran frutos con grandes semillas y la fauna local los ignorara, mientras que eran devorados por especies importadas como la vaca o los caballos. “He tenido una idea loca”, escribía Janzen en una carta a Martin en octubre de 1977. “¿Cuánto nos costaría hacer una lista de los grandes mamíferos que se habrían comido unos frutos de la misma talla de los que ahora se comen los tapires, los ciervos y las vacas, y que lo habrían hecho en estos bosques hace 100.000 años?”

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