Hay una escena al final de la película "El silencio de los corderos" que se hace particularmente terrorífica. La agente Starling (la espléndida Jodie Foster) trata de encontrar al psicópata Gumb en su casa, pero éste hace saltar los plomos y la observa en la oscuridad con unas gafas de visión nocturna. Durante unos instantes, la protagonista está en una situación de completa indefensión, ella no ve nada, pero su enemigo observa todos sus movimientos. De alguna manera, buena parte de los peces que viven en el fondo del océano están en una situación parecida. En este lugar, donde apenas llegan los últimos restos de radiación solar, la inmensa mayoría de las especies ha desarrollado la capacidad para detectar la luz de una determinada longitud de onda, la que se mueve en la zona azul del espectro. Pero un pequeño grupo de peces abisales ha evolucionado para captar la luz roja y pueden iluminar y observar a los otros sin ser vistos.
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