Y se hizo la luz

19 enero 2004

Siempre nos ha gustado jugar a ser dioses. Hace unos años, los rusos manejaron la idea de crear soles artificiales. Sucedió en febrero de 1993, dentro del proyecto llamado "Znamya" (espejo en ruso). La idea era colocar un gigantesco espejo en el espacio para que reflejara la luz solar sobre las inmensas regiones rusas que permanecen en la oscuridad polar durante meses. Para ello se utilizó un satélite carguero Progress de los que abastecían a la estación MIR, al que se acopló un espejo de 25 metros de diámetro. A su regreso a la Tierra, el satélite desplegó una "vela espacial" gigante con la intención de que reflejara la luz de sol sobre las ciudades de Siberia en invierno.

El espejo estaba diseñado para iluminar un área de hasta 5 kilómetros de diámetro, con una luminosidad equivalente a cuatro lunas llenas. Desde la Tierra, se vería como un inmenso foco, fijo en el cielo ártico. La idea era teóricamente viable, pero en la práctica las cosas resultaron muy diferentes. El espejo no se abrió de manera correcta y la misión terminó siendo un fiasco.

En febrero de 1999 se intentó de nuevo, pero esta vez la cosa fue áun peor: el espejo ni siquiera se abrió, porque chocó con una antena del satélite. A pesar de que el proyecto fue abandonado, una empresa rusa continúa trabajando en el diseño de enormes espejos, de hasta 200 metros de diámetro, que podrían iluminar ciudades enteras. Quién sabe. Puede que no esté lejos el día en que se haga la luz en la noche ártica.

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