El tumulto negro

12 mayo 2006

El día en que se inventaba el Jazz, Paul Colin tenía un asiento en la primera fila. Sobre el escenario, el esqueleto luminoso de la Baker, bailando como un esquema de sí misma. En su biografía no queda claro si fue Colin quien dibujó a la Baker o si Josephine ya existía antes de que él la dibujara. Colin la retrató por primera vez en un antro de París, recién aterrizada desde Harlem. Josephine bailaba al son de la “danse sauvage”, una danza primitiva que ella ejecutaba como una energúmena, en puros cueros vivos. De allí pasaron a su estudio; un año después ella triunfaba en el Folies Bergére y se convertía en la imagen del Charleston, pura iconografía de los 20.


Las litografías de Colin contienen el trazo fulgurante del jazz primitivo, es una orgía de bailarinas de colores y negros jazzmen de labios rojísimos. Sus josephines aúllan con una falda de bananas o se descuelgan desde el techo en trances de pura esquizofrenia. “Entra completamente desnuda al escenario – narraban las escandalizadas crónicas de la época - salvo por una pequeña pluma de flamenco, que sujeta entre los muslos”. “Le Tumulte Noir” fue el más grande espectáculo de la Baker y el trabajo que consagró a Paul Colin en el olimpo de los cartelistas. Línea, música y movimiento. Puro jazz.


Y no perdáis de vista sus carteles:


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