"Sassat", la trampa de hielo

04 julio 2006

En la primavera de 1999 biólogos de la Universidad de Saskatchewan descubrieron en la isla de Baffin un grupo de hasta doce osos polares alrededor de un agujero en el hielo. Al acercarse, los científicos comprobaron que los osos acosaban a un grupo de unas 75 belugas que permanecían atrapadas en aquel lugar, a más de 30 kilómetros de mar abierto.

Los Inuits conocen desde hace siglos este fenómeno, al que se refieren como el “sassat”. Sucede a principios de primavera, cuando las ballenas se aventuran en zonas de hielo poco compacto en busca de comida. Un cambio repentino en las temperaturas provoca que el hielo se solidifique a su alrededor y ya no puedan escapar.

En semejantes circunstancias, las ballenas se convierten en la presa soñada por osos y tiburones árticos. Luchan durante horas por mantener abierto un agujero por el que respirar, por eso no es raro observar las huellas de zarpazos sobre su piel. Hace unos años, un equipo de la BBC rodó una espectacular escena para el documental “El Planeta Azul”, en la que un oso se lanzaba sobre las belugas cada vez que asomaban por el agujero que mantenían para respirar.

El “sassat” afecta cada año a decenas de ejemplares, desde belugas a grandes ballenas grises. En marzo de 2005 seis orcas murieron en el mar de Ojotsk tras una larga agonía de de dos semanas. De nada sirvieron los esfuerzos de los pescadores locales para salvarlas; los animales pasaron días embistiendo contra el hielo y provocándose profundos cortes en cabeza y aletas.

A raíz de la espectacular cacería de belugas de la isla de Baffin, los científicos canadienses se interesaron por el fenómeno del “sassar” y observaron que, ante determinadas variaciones de la temperatura, el hielo podía avanzar hasta 30 kilómetros en apenas 48 horas.

Además, algunos de aquellos osos que “pescaban” en la trampa de Baffin, tenían un peso y un tamaño mucho mayor de lo habitual, lo que implicaba que se trataba de ejemplares que conocía bien el "sassar" y disfrutaban de un apetitoso surtido anual de ballenas.

Las observaciones también ofrecieron la primera evidencia de que los gigantescos tiburones de Groenlandia cazan ballenas vivas, y no solo se alimentan de su carroña como se creía hasta ahora.
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