De intelectuales y trogloditas

29 septiembre 2008


De haber estado presente en el histórico juicio contra el profesor Scopes, se diría que Juan Manuel de Prada habría elegido la bancada de los catetos. El conocido escritor se adentra hoy en la senda de lo desconocido, pues no parece haber leído un libro de ciencia en su vida, y nos deleita con una encendida defensa del creacionismo en las páginas de XLSemanal, un cúmulo de despropósitos que empieza a hacerse habitual en el columnismo dominguero español, y que le lleva a hacer afirmaciones como que “ciertos misterios que rodean el origen del hombre no pueden ser explicados mediante meras teorías evolutivas”. (Seguir leyendo)

En lugar de llevarle a coger un libro e informarse sobre lo que nos han estado repitiendo los científicos en los últimos doscientos años, este desasosiego del señor De Prada le lleva a afirmar que la intervención divina, “por mucho que avance la ciencia, nunca podrá ser probada ni refutada categóricamente” y a insinuar una conspiración de la prensa internacional para ocultar a nuestros ojos lo evidente.

Un instante después, Juan Manuel de Prada llega a la sorprendente y revolucionaria conclusión (tal vez le den un igNobel por esto) de que la inquietud creativa que llevó a los primeros hombres a pintar en las cuevas es la prueba irrefutable de la existencia de un “Creador”.

Como lo oyen.

“Descubrimos que nuestros antepasados… pintaban”, asegura, “descubrimos que poseían una sensibilidad inalcanzable para cualquier animal, (…) una ruptura en el continuum de la evolución que ningún avance de la ciencia podrá explicar jamás”. ”Las pinturas rupestres”, concluye, “no fueron comenzadas por monos y terminadas por hombres… ¿Qué ocurrió en las cavernas para que un ser rudo y primitivo se pusiera a pintar?”.

Pues que se les apareció la Virgen, señor De Prada. Y un coro rociero con guitarras y castañuelas.

Algunos argumentos falaces

Aparte de los chistes más o menos facilones que pueda provocar este ejercicio de patinaje intelectual del profesor De Prada, me gustaría desmontar las falacias de su artículo una por una, pues estoy convencido de que a este tipo de ignorancia hay que pararle los pies antes de que sea demasiado tarde:

1. "No existe el creacionismo"

En primer lugar, negar la existencia del Creacionismo, acudiendo a la supuesta caricatura que hacen los periodistas del asunto, es ignorar la realidad o jugar a esconderla. Evidentemente, las hordas de creacionistas que trataban de condenar a un profesor por enseñar las tesis de Darwin a principios de siglo ya no caminan por las calles de Tennessee, pero se han convertido hoy día en algo mucho más sutil denominado Teoría del Diseño Inteligente, que el señor De Prada parece ocultar conscientemente. Sus defensores no solo son una realidad bien conocida en muchas escuelas de Estados Unidos, sino que están desembarcando en España y han hecho acto de presencia en eventos tan importantes como la Expo de Zaragoza.

Si repasa las noticias, el señor De Prada descubrirá que hace pocos días el director de educación de la Royal Society se ha visto forzado a dimitir tras proponer que el creacionismo se enseñara en las escuelas británicas, o que una de las más firmes defensoras de este tipo de sandeces, capaz de sostener que dinosaurios y seres humanos convivieron, tiene serias opciones de ocupar la vicepresidencia de EEUU. O sea que no vale esconder la cabeza debajo del ala.

2. "Creacionistas y evolucionistas son iguales"

A continuación, el señor De Prada pone en un mismo plano a evolucionistas y creacionistas con una concatenación de comparaciones distorsionadas. De este modo, sostener “que el mundo fue creado en seis días de reloj por un taumaturgo de abracadabra” sería la misma “frikada” que “aceptar sin empacho que el hombre desciende por vía directa del mosquito del vinagre, puesto que comparte con él un altísimo porcentaje de su material genético”.

Pues no señor, no solo no es igual sino que lo primero es una bola infame sostenida durante años por la Religión y lo segundo es casi cierto, si bien se llama “mosca” del vinagre, y no mosquito, y compartimos con ella buena parte de nuestros genes, como con la mayoría de seres de este planeta, pues la genética ha demostrado sobradamente que procedemos todos del mismo charco.

3. "Darwin no negó a Dios" (ni al Spaghetti Monster)

Por otro lado tiene gracia que Juan Manuel de Prada acuse a la prensa de “exaltar las teorías darwinistas sin conocerlas”, cuando hace gala de un desconocimiento tan profundo de algunos conceptos científicos elementales. Después, el articulista emplea una falacia de patio de colegio al esgrimir que “Darwin nunca negó la intervención divina en El origen de las especies”, como si en la demostración de una teoría científica tuvieran alguna relevancia las convicciones morales del investigador o eso le restara algún valor a lo descubierto. Que yo sepa, Darwin tampoco negó nunca la intervención de una civilización extraterrestre en la evolución, como no negó la existencia de dragones, unicornios ni de esos pequeños seres que hablan dentro de tu cabeza cuando estás en la cama.

4. Mentes "abducidas"

Asegura también De Prada que los periodistas tratan de “evitar que la pobre gente abducida emplee su juicio”, cuando la defensa de las posiciones científicas consiste precisamente en todo lo contrario: el reconocimiento de la incertidumbre frente al adoctrinamiento religioso de los que creen determinada cosa porque la ha dicho Dios, el Papa o la virgen santísima. Y se atreve a hablar de “oscurantismo” y de “ruedas de molino del pienso ideológico”, como si la censura, la represión y la negación de información procediera del bando de la ciencia y no del bando de la religión, lo místico y la superchería que él parece abrazar.

5. El increíble salto del mono al hombre

Por último, el escritor utiliza una cita de Chesterton (pobre Chesterton) que ya le sirvió en estas mismas páginas para un artículo casi idéntico, contestado entonces por Magonia. En aquella ocasión también habló de esa “ruptura en el continuum de la evolución” tan redicha para intentar vender la idea de que los monos pasaron de los árboles a pintar en las cuevas sin solución de continuidad. “Las pinturas rupestres no fueron comenzadas por monos y terminadas por hombres”, dice y convierte esto en el pilar fundamental de su tesis. Si tuviera una remota idea del proceso de la evolución humana, el señor De Prada sabría que entre ese mono del que habla y los primeros homo sapiens hay un larguísimo camino de ramas evolutivas y millones de años de por medio. En concreto, los primeros homínidos del género Australopithecus vivieron hace unos 4 millones de años, y las primeras pinturas rupestres de las que se tiene constancia datan de hace unos 40.000 años. Por lo que me temo que una metáfora tan poco certera no da para tantos artículos.

Creo sinceramente que si Juan Manuel de Prada se hubiera inclinado por escribir un artículo sobre el creacionismo literario habría conseguido aportar alguna idea brillante y documentada. Sobre el resto de temas, le aconsejo que lea y se siga haciendo preguntas, pero eso sí, querido amigo: no vale tener las respuestas de antemano.

Artículo: Creacionismo, Juan Manuel de Prada (XL Semanal)

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* Actualización: Los amigos del Paleofreak y Magonia también le dan a De Parada algún sabio consejo: De Prada: hay que trabajar más (Paleofreak) / Juan Manuel de Prada de las cavernas (Magonia)