Asalto a la cámara de rocas lunares

07 mayo 2009


Protegida por enormes medidas de seguridad, una cámara acorazada del centro espacial Lyndon B. Johnson de Houston alberga la mayor parte de los más de 300 kilos de rocas lunares recogidas por los astronautas de las seis misiones Apolo. En julio de 2002, un joven estudiante de la NASA y su novia consiguieron penetrar en el interior de la cámara, hacerse con una muestra de material lunar y escapar del recinto sin ser advertidos. Unas horas después, hacían el amor en la cama de un motel rodeados de polvo lunar. Ésta es la historia: (Seguir leyendo)

Los detalles del asalto se los contó el propio Thad Roberts a Carmel Hagen, que ahora los publica en Gizmodo. Él y su novia, Tiffany Fowler, tenían por entonces 25 y 22 años y actuaron con la ayuda de dos cómplices que también trabajaban en las instalaciones de la NASA.

Los hechos se remontan a una cálida noche del mes de julio de 2002. Thad, su novia y otra estudiante de 19 años llamada Shae Saur, entran en el recinto del centro espacial a bordo de un Jeep Cherokee sin levantar ninguna sospecha. Al cabo de unos minutos, Thad y Tiffany se meten en un baño, se colocan unos trajes de neopreno y unas mascarillas de oxígeno y acceden hasta la entrada principal de la cámara.

Como explica Carmel Hagen, ninguna persona normal podría acceder hasta el interior de la cámara. Pero estos chicos trabajan para la NASA y están entrenados para resolver problemas como colocar una sonda en Marte, así que las barreras de seguridad no son más que un reto para ellos. Está todo planificado: los trajes de neopreno servirán para burlar los detectores de calor en el interior de la cámara. El equipo de respiración les proporcionará un tiempo de quince minutos para entrar y salir del habitáculo, carente de oxígeno para preservar las rocas intactas.

Para saber cuáles son los códigos de acceso de la cámara, Thad utiliza una mezcla de componentes químicos que aplica sobre los teclados y que, mediante luz negra, le permiten saber qué números son los más marcados y en qué orden. El método funciona y en pocos segundos están dentro de la cámara.

Aquello parece un gran laboratorio lleno de rocas lunares ordenadas por fecha y número de misión. Pero la cosa se complica. Las rocas están dentro de cajas de metal y cristal y apenas tienen tres minutos para abrirlas, así que deciden cargar con una de ellas y salir a toda prisa del receptáculo. De alguna manera, se las apañan para salir de allí sin llamar la atención, recorrer los pasillos, introducir la caja en el Jeep y escapar como si nada. En el interior de la caja, de casi 300 kilos, había unos 100 gramos de muestras lunares de todas las misiones Apolo y un buen número de meteoritos. La NASA no se enteró del robo hasta dos días después.

El final de esta historia comienza con un mensaje en Internet, pocos días después.
“Saludos. Mi nombre es Orb Robinson de Tampa, Florida. Estoy en posesión de una rara roca lunar de gran tamaño y estoy tratando de encontrar un comprador.”

Un coleccionista de minerales llamado Axel Emmermann se pone en contacto con ellos y quedan en un restaurante de Florida el 20 de julio. Durante la conversación, Thad bromea. “Espero que no lleve un micrófono encima, jajaja”. Pero de hecho lo lleva. Emmermann es un agente del FBI y en unos instantes unos 40 agentes y un helicóptero les rodean. La aventura ha terminado.

Los dos han cumplido su pena. En agosto de 2008 Thad salió de prisión y le fastidió descubrir que ella había seguido con su vida. Después de aquello aún quedan algunos cabos sueltos: dos piezas importantes desaparecidas en aquellos días aún no se han recuperado. Las cintas originales de las misiones Apolo y seis carpetas que debían estar en la misma caja que ellos se llevaron. Los autores del asalto dicen no haber visto nunca nada de aquello.

Enlace: How an Intern Stole NASA's Moon Rocks (Gizmodo)